jueves, 1 de marzo de 2007

agallas de gallo

Me pregunta mi mujer si tiene algùn sentido ocuparse de JF. No sé qué decirle. Yo soy unos de los pocos que leyó su libro, Entretiempo, la obra de un obsesivo inseguro.
Conclusión: JF no terminó la universidad y quiere presentarse como un autodidacta brillante para tapar el agujero académico. Nuestro pequeño tiranuelo hace todo para demostrar que lo suyo es talento puro. Autoformación conciente. Un fuera de serie.
Es tanta su soberbia que repite en cada acto que él es su mejor formador.
Ceder a que otro lo formara hubiera sido, para esa cabecita loca, una humillación.
Mi mujer insiste: qué sentido tiene ocuparse de él.
Yo no sé qué decirle.
Pero un tipo que se ocupa tanto de los otros, que se esfuerza por practicarle una suerte de "alcoholemia ética" a todos los periodistas, merece que se le dediquen unos míseros párrafos.
Volvamos al libro: no es malo. Fontevecchia escribe decentemente. Ofrece itinerarios de pensamiento siempre interesantes. Pero intercala cada dos párrafos un atajo a su ego que empalaga, cuando no satura por completo. Hay que tener agallas de gallo para bancarlo, abonar sus ganas de semidios y servirlo como mercenario. En fin...
Me guta el "en fin". Es como un suspiro en cinco letras que explica hacia donde vamos y de dónde veninos. Es decir, no explica un joraca, pero da esa sensación placentera de que todo tiene algún sentido rector, aunque lo desconozcamos.
En fin.

No hay comentarios: